Memorias de un revolucionario by Piotr Kropotkin

Memorias de un revolucionario by Piotr Kropotkin

autor:Piotr Kropotkin
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Memorias
publicado: 1898-06-08T23:00:00+00:00


6. Enseñanza superior de la mujer. Aspiraciones de la juventud femenina a cursos intermedios. Los motivos del éxito.

El único punto brillante que vi en la vida de San Petersburgo fue el movimiento que tenía lugar entre la juventud de ambos sexos. Varias corrientes convergieron para producir la poderosa agitación, que pronto tomó carácter secreto y revolucionario, embargando la atención de Rusia durante los quince años posteriores. De ella hablaré en uno de los capítulos siguientes, limitándome ahora sólo a mencionar el movimiento emprendido a la luz del día por nuestras mujeres, con el objeto de tener acceso a una educación superior, y del cual era San Petersburgo, en aquella época, el centro principal.

Todas las tardes, la joven esposa de mi hermano, al volver de la escuela normal de maestras a que concurría, tenía algo nuevo que contarnos respecto de la animación que allí se advertía; se presentaron proyectos para abrir una academia de Medicina y Universidades femeninas; se organizaban debates sobre las escuelas y métodos de enseñanza relacionados con el curso, tomando centenares de mujeres un interés apasionado en estas cuestiones, discutiéndolas una y otra vez en sus reuniones privadas. Se formaron sociedades de traductoras, editoras, impresoras y encuadernadoras, a fin de proporcionar trabajo a las más pobres de la hermandad, que afluían a la capital, dispuestas a hacer todo lo que se presentara, alentando tan sólo la esperanza de que también ellas podrían adquirir algún día más instrucción. En estos centros reinaba una vida poderosa y exuberante, contrastando notablemente con lo que en otras partes vi.

Desde que el gobierno se mostró resuelto a no admitir mujeres en Universidades, ellas habían concentrado todos sus esfuerzos con el propósito de abrir otras para su uso particular. Se había dicho en el ministerio de instrucción pública, que las jóvenes que habían recibido la segunda enseñanza en los institutos destinados a su sexo, no estaban preparadas para los cursos de la Universidad, a lo cual contestaron: —Perfectamente, permitidnos abrir clases intermedias preparatorias para la Universidad, e imponednos el programa que más os agrade; no pedimos subvención alguna del Estado, dadnos sólo el permiso y lo demás corre de nuestra cuenta. Pero, como era de esperar, el permiso no se concedió.

Entonces organizaron cursos privados y conferencias de salón en todos los barrios de la ciudad. Muchos profesores de Universidad, simpatizando con el nuevo movimiento, se ofrecieron a dar lecciones sin retribución alguna, y a pesar de ser pobres, se mostraron en este punto intransigentes. Excursiones de ciencias naturales se efectuaban todos los veranos en las inmediaciones de San Petersburgo bajo la dirección de catedráticos de la Universidad, en las que el elemento femenino estaba en mayoría. En los cursos de matronas, obligaban a los profesores a tratar cada materia con mucha más extensión de la exigida en el programa, o a abrir cursos adicionales. De todo, hasta de los detalles más insignificantes, se aprovechaban para quebrantar la fortaleza y penetrar en su recinto. Llegaron a ser admitidas en el laboratorio anatómico del viejo doctor Gruber, y por su admirable trabajo ganaron para su causa a tan entusiasta anatómico.



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